Héctor Menéndez

Hasta pronto y ... ¿Bienvenido?

Heme aquí, escribiendo el primer relato de muchos (espero) de esta pequeña aventura que emprendo, quizá para ustedes experimentados nómadas, las palabras vertidas en este registro resulten aburridas, tediosas, inclusive comunes… Solo les pido, tomen en cuenta que ni soy viajero experimentado y mucho menos escritor, es más, ni a bloguero llego; Así que de antemano “ustedes dispensen” mis errores ortográficos, mi horrible redacción y el sinfín de muletillas que están a punto de leer… Advertidos sean.

La pregunta más recurrente desde que esta posibilidad surgió en mi vida ha sido “por qué”, ¿por qué te vas?, ¿por qué tan súbitamente?, ¿por qué solo?, etc., etc. La realidad es que la respuesta a todas esas preguntas es bastante simple… Porque se dio la oportunidad y no me di tiempo a arrepentirme.

Los que me conocen saben que soy una persona desidiosa y lo suficientemente cínica como para aceptar lo anterior sin problemas; precisamente por eso, mi gente cercana quedó en shock -por decir lo menos- cuando se enteró de mis planes (muchos se enteraron cuando ya estaba con un pie en el avión), y la verdad es que no los culpo, de hecho, el más sorprendido con todo esto soy yo, siempre alardeé de mis ganas de conocer el viejo continente, pero para ser honesto, siempre me imaginé conociéndolo con alguien más, y no por miedoso, sino porque suponía que algo tan grande y tan intenso tenía que ser compartido.

Siempre he tenido la idea de que el tiempo pasa mucho más rápido cuando se platica, y algo que estoy seguro nadie sabe, pero quizá suponen, es que una de mis cosas favoritas en la vida es caminar platicando. Los recuerdos más gratos y las decisiones más importantes de mi vida, han ocurrido o se han forjado mientras platicaba caminando con alguien más. Vienen de inmediato a mi mente muchos recuerdos, muchas caminatas y pocos interlocutores, quizá ese es el parámetro más claro de que para mí, la actividad “es cosa seria”.

Y ahora, que daré las caminatas más largas de mi vida, ¿con quién platicaré? La respuesta llegó de inmediato: “con el primero y el mejor de tus amigos, quien te conoce mejor y jamás se aburre de escucharte, tu peor y mejor consejero… platicarás contigo”.

Esta serie de recuerdos, será precisamente la consecuencia de esas pláticas, de las decisiones (seguramente malas) que tomaré y de como sobreviví (ojalá) a ellas, procuraré ser lo más detallado posible, pero seguramente habrá lagunas, ya que por las características del viaje, el tiempo para escribir será limitado y espaciado, pero bueno, tengámosle fe en mi memoria de largo plazo.

El formato del viaje es simple: poco dinero, mucho menos del recomendado para un viaje de este tipo, el tiempo lo determinará el mismo dinero y mi habilidad para gastar lo menos posible, los lugares y el tiempo de estadía los determina el instinto.

No planes, no reservas.

Suena irremediablemente irresponsable, ¿y saben qué…?

Lo es.

Deséenme suerte.